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ARPA vuelve a participar en la II edición del Programa «Talento Joven»

El mayor valor de una organización está en su equipo humano. En muchos casos, lo único que diferencia unas empresas de otras son las personas que las conforman y es lo que les da una ventaja competitiva. La captación de talento es sin duda una de las mejores estrategias que podemos aplicar en las empresas para asegurar nuestro presente y garantizar nuestro futuro.

Es por todo ello que, ARPA Abogados Consultores, vamos a participar un año más, en el programa «Talento Joven Navarra» una iniciativa organizada por Diario de Navarra y ESIC Navarra que busca identificar, atraer y mantener el talento emergente en la Comunidad Foral y en la que participamos junto a otras empresas navarras como son Caja Rural de NavarraCYC, Grupo IANGrupo La InformaciónZabala Innovation SpainLiebherr Group y Obras Especiales.

El programa está dirigido a navarros o residentes nacidos a partir de 2001 matriculados en el último curso de la universidad y/o máster, y estudiantes que hayan finalizado sus estudios en el último año. Es importante tener acreditados conocimientos amplios de inglés, ya que durante la inscripción se realizará una prueba de nivel online. Los treinta seleccionados vivirán tres intensas jornadas de workshops -talleres de trabajo- los días 6, 7 y 8 de junio. Serán impartidos por profesionales de ESIC junto a representantes de las ocho empresas participantes. Estas actividades en grupo se celebrarán en HOME & CO, residencia universitaria ubicada en Pamplona. Tendrán la posibilidad de iniciar su carrera profesional en una de esas empresas.

Los jóvenes interesados deben inscribirse antes del 21 de mayo en la página web talentojovenavarra.es

 

 

Navarra: clima fiscal y empresas

El pasado 28 de marzo, nuestro socio-director general, José Ignacio Perez de Albeniz Andueza, analizó para DN Management – Diario de Navarra el clima fiscal en Navarra. Les dejamos a continuación el artículo al completo así como el enlace a la noticia.

 

Dicen los geógrafos que las personas somos, en gran parte, geografía. El entorno nos moldea, nos influye, y en parte nos determina. También los humanos, especialmente en los últimos siglos, incidimos en el clima. Desgraciadamente, con muy poco acierto, y conscientes de ello, estamos ahora intentando frenar su deterioro y mejorar el ecosistema.
Con las empresas, que son organizaciones de personas, pasa algo parecido. El clima (en este caso el político, el económico, el fiscal) influye en su nacimiento, su desarrollo, su proliferación. Si el clima se deteriora, la actividad se perjudica. Si se favorece, y se mantiene estable, el desarrollo sostenido y sostenible se hace posible.
 
Si hablamos del clima de nuestro ecosistema fiscal, es justo reconocer que en Navarra hay buenas temperaturas en algunas partes, e inclemencias en otras. También podemos decir que, en su conjunto, no es más favorable que en otros territorios cercanos. Pero seguimos teniendo competencia y capacidad para mejorarlo. Todavía, y no sin problemas y retos, tenemos una sociedad avanzada, servicios públicos, infraestructuras, personas bien formadas, seguridad, ocio, naturaleza. Y para mantener este estatus y seguir desarrollándonos tenemos, entre otras y especialmente en Navarra, una utilísima herramienta, la competencia fiscal, que puede contribuir decisivamente a mejorar este clima, impulsando la creación de valor, la generación de actividad, de empleo, y como consecuencia de ello, también la recaudación de impuestos.
 

¿Cómo, en mi opinión, podemos mejorar el clima fiscal en Navarra?

 
Simplemente dejaré algunos apuntes concretos. En el impuesto sobre sociedades, en lo que se refiere a tipos impositivos, y aunque este año se haya mejorado algo, tenemos un escaparate poco atractivo para las empresas grandes y medianas, con el tipo nominal y los tipos mínimos más altos del entorno. Cierto es también que tenemos incentivos fiscales a la inversión, a la I+D, a las energías renovables, francamente interesantes. Por tanto, si queremos crear un entorno atrayente y estable, el futuro no puede estar en el cuestionamiento de todos aquellos estímulos que ayuden a la inversión y al empleo. Más bien nuestra política fiscal debería discurrir por el mantenimiento de los beneficios fiscales, y la profundización en algunos de ellos. Se puede recuperar el incentivo al empleo, continuar el impulso de las renovables (este año acertadamente con reciclaje e hidrógeno verde). Podemos potenciar el nacimiento y desarrollo de nuevos proyectos tecnológicos mediante incentivos a las empresas que contraten a esas incipientes start-up para proyectos de I+D, y darles el impulso eficaz que necesitan en sus inicios. Tenemos que favorecer el fortalecimiento de las empresas reduciendo más el tipo que grava los beneficios destinados a la inversión y a la capitalización. Y también deberíamos rebajar nuestro tipo nominal en la línea de nuestro entorno y adecuar nuestros tipos mínimos a los que se manejan en la UE.
 
Ayudemos a las pymes, y especialmente a las empresas familiares. Ellas son parte esencial de nuestro tejido, muestran fidelidad y arraigo. Y hagamos esfuerzos, y en ello algo se ha avanzado este año, pero queda todavía mucho recorrido, para que las empresas y empresarios que han conseguido capitalizar su proyecto y que con ello ganan fortaleza y solvencia frente a circunstancias adversas (recordemos la pandemia), resistiendo mejor y manteniendo el empleo, no se vean luego penalizadas por impuestos como el de patrimonio o el de sucesiones, que gozan de climas mucho más benévolos en entornos cercanos. Es muy difícil ser empresario hoy en día, y no digamos ser pequeño empresario. Hay muchas inclemencias, demasiadas incertidumbres, mucho cansancio. Quitemos de su camino todo lo innecesario, todo lo que no aporta, todo lo que dificulta su desarrollo y continuidad.
 
Y, a pesar de las numerosas dificultades, todavía hay personas que se lanzan a la aventura, emprendedores. Una especie cada vez menos habitual, pero de una inmensa importancia, pues gracias a ellos se genera valor para todos. Por ello, hay que protegerlos especialmente, cuidarlos, ayudarlos, atraerlos, fidelizarlos. Este año se han establecido algunas medidas fiscales para ello. Necesitamos mucho más. Para la sociedad, apoyar a estos emprendedores es invertir, y con un coste muy limitado, en la creación de actividad, de nuevos modelos de negocio, de nuevas empresas. El retorno es mucho mayor. Y además del apoyo fiscal, ayuda mucho en la atracción facilitar los trámites, la llegada, el asentamiento de esas personas que nos aportan conocimiento, experiencia, talento. Y, sobre todo, nos traen algo que cada vez escasea más: ganas e ilusión de crear algo, de iniciar un proyecto, de generar valor.
 
Y englobando todo ello, deberíamos crear un ecosistema que sea percibido, desde dentro y desde fuera, como amigable, estable, seguro, sin vaivenes. Presidido por un mensaje básico al mundo empresarial: merece la pena estar en Navarra y merece la pena venir a Navarra porque el clima, las condiciones, son favorables a la llegada y mantenimiento de empresas y de emprendedores. Porque ello nos trae actividad, inversión, empleo. Porque esa creación de valor redunda en todos y nos hace crecer sosteniblemente. Porque ello garantiza en última instancia nuestra sociedad de servicios públicos. Y para ello contamos con la ventaja competitiva fiscal, con competencia normativa y administración propia, que debemos usar con inteligencia y con responsabilidad.
 
Son apuntes breves, el asunto da para mucho más detalle. Podemos mejorar el clima fiscal, y con ello generaremos más empresas y más actividad. Las empresas no solo son los empresarios, también son los trabajadores. Y también los proveedores, los clientes, los propietarios. Y por supuesto, la sociedad vía impuestos. Las empresas generan valor, que reparten entre todos ellos. Esta es la fuente. Por ello es tan sumamente importante tener un clima estable favorable a su creación y mantenimiento.
 
 
 
 
 
 
 

Salud y Economía

¿Qué prima la salud o la economía? ¿Debemos elegir? José Ignacio Pérez de Albéniz, socio-director de ARPA nos da las claves en el siguiente artículo publicado el pasado lunes 29 de junio. por Diario de Navarra.

Salud o economía. Así se ha llegado a plantear por algunos, especialmente al principio de la pandemia, el dilema que justificó las medidas más restrictivas y drásticas que la mayoría hemos conocido en nuestras vidas. Lo primero es la salud y lo demás viene después. Por supuesto. Cómo no estar de acuerdo.

El problema viene cuando el deterioro económico puede acabar afectando a la salud, personal y social. Porque la economía no es un ente abstracto. La economía es tu empleo, mi empleo, nuestro sustento vital. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que, probablemente, ese dilema es un sofisma. De que sin salud no hay actividad económica, pero sin economía no hay hospitales. De que no deberíamos enfrentar la salud con la economía, sino más bien tendríamos que hablar de salud y economía y de cómo conciliar y equilibrar en cada momento ambas caras de la misma moneda vital.

Llevamos más de tres meses de pandemia y de estado de alarma. Hemos pasado por diferentes fases normativas y, también, emocionales. Novedad, temor, incertidumbre, pesimismo activo, ansiedad, apertura, esperanza, moderado optimismo (por barrios). Seguimos sin saber que nos viene y cuando, pero sabemos que quedan efectos todavía por venir. Pero si partimos de la hipótesis de que, tras el hundimiento vertiginoso, iremos recuperando la normalidad con cierta celeridad, tenemos que ir tapando el gran agujero que se ha producido en nuestras economías. Necesitamos un crédito puente para salvar esta situación. Incluso, aunque se produjera algún rebrote relevante, este no debería tener los mismos efectos que el primero, nos tiene que encontrar más preparados, y tendremos que aplicar medidas mucho más selectivas y focalizadas que las que hemos llevado a cabo hasta ahora, que han sido más gruesas principalmente por lo inédito de la situación y el poco conocimiento que teníamos sobre este virus. Tendremos que pintar con pincel y no con rodillo.

Europa está reaccionando con más rapidez. Por lo menos inicialmente. Ha habido aprendizaje de la anterior crisis. Ahora la causa ha sido un desastre natural, esta vez no ha sido endémica del sistema, a pesar de que ha dejado también al descubierto muchas de sus imperfecciones. El mensaje para recuperar la confianza es que habrá dinero para la reconstrucción. Y ya solo el mensaje es muy importante, todo está basado en la confianza. Habrá condiciones, los frugales las exigirán. Y debería haberlas. Eso sí, condiciones, no sogas en el cuello. La más estricta frugalidad o austeridad en tiempos de supervivencia no suele arreglar gran cosa. Keynes ya lo descubrió hace casi un siglo.

Y cómo equilibrar la necesidad de cubrir el gasto extraordinario que ha generado la situación e impulsar la economía para cubrir este agujero con la necesidad de financiarlo. No es nada sencillo y requerirá tiempo. Pero en mi opinión, hay una serie de principios que habría que tener en cuenta.

En primer lugar, el reto ahora, y en cierto modo siempre pero hoy manifestado con mayor crudeza, no es tanto dejar de gastar ni de invertir, sino elegir bien el gasto que aporta y cortar el que no aporta. Las empresas lo estamos haciendo. Y, a nivel público, esto requiere, de una vez por todas, elegir muy bien qué gasto es necesario y eficiente, y cuál es superfluo e innecesario. Hay que acometer esta tarea como sea. Si no se hace, llegará un momento en que el gasto será insostenible. Y entonces las medidas serán drásticas y no selectivas. Urge llevar a cabo esa revisión, hay que empezar a hacerlo.

En segundo lugar, no subir los impuestos. Podemos tener la tentación de pensar que el Boletín Oficial cambia la realidad. Subimos los tipos, aumenta la recaudación. La experiencia nos demuestra que no es necesariamente así, y menos en tiempos de crisis. El viento económico hace mover los molinos de la recaudación. Si no hay viento… podemos intentar soplar, pero no es suficiente. Y no es el momento de retirar más rentas de los agentes económicos, de las familias y empresas.

Lo que si podemos hacer en materia fiscal, y especialmente en Navarra gracias a nuestras competencias, es aplicar medidas bien enfocadas y dirigidas. En primer lugar, generar liquidez para parar la primera embestida. Una buena política de aplazamientos, especialmente para las PYMES. Y es de agradecer porque se ha empezado a hacer. Y debería continuar a lo largo de este año.

Además, de forma más estructural, incentivar comportamientos para que las empresas puedan resurgir y generar valor. Incentivos dirigidos a la inversión, al empleo, a la energía verde, a la transformación digital, al ahorro focalizado en la innovación, en el crecimiento productivo. Generar valor es generar empleo. No olvidemos que las empresas son también los trabajadores, y que las medidas que se enfocan a ellas revierten en todos, incluida Hacienda.

Elegir bien el gasto, aplicar liquidez vía aplazamientos y no subir los impuestos. ¿Cómo cuadramos esto? En esta crisis, especialmente, hay que recurrir al endeudamiento. Las empresas privadas están pidiendo ICOs, la administración tiene que endeudarse para detener la sangría y estimular la generación de actividad. Y habrá que planificar también devolver el crédito cuando volvamos a la generación de recursos, ese debería ser el compromiso para acceder a él, tener un plan de verdad para posteriormente ir amortizándolo, y no pensar en que los recursos son ilimitados. Si no es así, no dejaremos un buen legado.

Hoy es momento de endeudarse. Pero de endeudarse bien, para los gastos que verdaderamente hagan falta. De elegirlos previamente. Y de aplicar ese dinero de manera muy eficiente. Esto es clave. Y permitirá que salud y economía no sean una disyuntiva.

Reforma del Fuero Nuevo: algunas novedades en materia de sucesiones.

Diario de Navarra publicó el sábado 19 de octubre un artículo de nuestra compañera Marta Butragueño, abogada del equipo de Empresa Familiar de ARPA Abogados Consultores sobre algunas novedades en materia de sucesiones en la reforma del Fuero Nuevo.

 

La reciente reforma del Fuero Nuevo contiene importantes novedades en materia de derecho de sucesiones. Una de las más llamativas sea, quizás, la relativa a quiénes serán nuestros herederos en caso de que fallezcamos sin haber otorgado testamento, circunstancia ésta en la que entraría en juego la denominada “sucesión legal”. La nueva normativa, haciéndose eco de las nuevas sensibilidades y voluntades sociales según el legislador, establece que en estos casos la determinación de los herederos (salvo de los bienes troncales) obedecerá al siguiente orden de llamamientos, cada uno de los cuales será en defecto de los anteriores y excluirá a los posteriores: 1º Hijos y, en su caso, sus respectivos descendientes, 2º Cónyuge, 3º Ascendientes, 4º Hermanos, 5º Resto de colaterales hasta el cuarto grado y 6º Comunidad Foral de Navarra. Hasta la fecha, el orden de llamamientos era el siguiente: 1º Hijos y, en su caso, sus respectivos descendientes, 2º Hermanos que comparten padre y madre y, en su caso, sobrinos, 3ª Hermanos que sólo tienen un progenitor en común y, en su caso, sobrinos, 4º Ascendientes, 5º Cónyuge, 6º Resto de colaterales hasta el sexto grado y, por último, 7º Comunidad Foral de Navarra. Como puede advertirse, el cambio operado en esta materia es relevante, destacando la mejora en el orden de prelación del cónyuge y de los ascendientes respecto de los hermanos e igualando a estos últimos en el mismo rango con independencia de si son hermanos de doble vínculo o de vínculo sencillo.

Si, por el contrario, decidimos dejar nuestra herencia ordenada a través de un testamento, conviene saber que la reforma contempla una serie de modificaciones que, además de ratificar lógicamente la libertad para testar de los navarros (y que nos hace diferentes respecto a las limitaciones existentes en territorio común), suponen en algunos casos un paso más en esa autonomía de la voluntad de la que somos titulares quienes gozamos de la condición foral navarra.

Así, en primer lugar, la citada reforma elimina una de las limitaciones hasta ahora vigentes y que es la relativa a los “derechos de los hijos de anterior matrimonio”, los cuales no podían recibir en herencia de sus padres menos que el más favorecido de los hijos o cónyuge de ulterior matrimonio. Con la acertadísima supresión de esta limitación, ahora el testador puede repartir la herencia entre todos sus hijos (si así lo considera apropiado) de la manera en que libremente desee puesto que, por fin, todos ellos son iguales frente a la ley.

Otro ejemplo de ese reconocimiento de la reforma de una mayor libertad a favor del testador navarro lo encontramos en la posibilidad de que el propietario de una empresa familiar pueda, de manera unilateral, sustituir el derecho de usufructo de viudedad por una renta vitalicia a favor de dicho cónyuge.

También se le dota al testador navarro de una autonomía mayor cuando de su voluntad depende que la pareja estable pueda llegar a ser titular del citado derecho de usufructo de viudedad, para lo cual deberá otorgar el documento oportuno para ello.

Incluso en materia de la capacidad necesaria para poder otorgar testamento podemos apreciar un reconocimiento de mayor autonomía de la voluntad al recoger expresamente la posibilidad, más afín a los tiempos actuales, de que una persona con la capacidad modificada judicialmente pueda testar si, en el momento de hacerlo, tiene la suficiente capacidad de entender y de querer a juicio de dos facultativos designados por el Notario y no haya sido excluida dicha posibilidad en la sentencia por la que se le declaró incapaz.

En términos generales, podemos concluir que la reforma del Fuero Nuevo no sólo mantiene, sino que incluso fortalece, la libertad para testar que diferencia a los navarros frente a quienes se rigen por la normativa estatal del Código Civil, e introduce determinadas novedades con el objetivo de adaptarse en mayor medida a las demandas sociales, así como al criterio más actual de nuestros órganos judiciales, lo que sin duda será bien acogido por la sociedad navarra.

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