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¿Qué prima la salud o la economía? ¿Debemos elegir? José Ignacio Pérez de Albéniz, socio-director de ARPA nos da las claves en el siguiente artículo publicado el pasado lunes 29 de junio. por Diario de Navarra.

Salud o economía. Así se ha llegado a plantear por algunos, especialmente al principio de la pandemia, el dilema que justificó las medidas más restrictivas y drásticas que la mayoría hemos conocido en nuestras vidas. Lo primero es la salud y lo demás viene después. Por supuesto. Cómo no estar de acuerdo.

El problema viene cuando el deterioro económico puede acabar afectando a la salud, personal y social. Porque la economía no es un ente abstracto. La economía es tu empleo, mi empleo, nuestro sustento vital. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que, probablemente, ese dilema es un sofisma. De que sin salud no hay actividad económica, pero sin economía no hay hospitales. De que no deberíamos enfrentar la salud con la economía, sino más bien tendríamos que hablar de salud y economía y de cómo conciliar y equilibrar en cada momento ambas caras de la misma moneda vital.

Llevamos más de tres meses de pandemia y de estado de alarma. Hemos pasado por diferentes fases normativas y, también, emocionales. Novedad, temor, incertidumbre, pesimismo activo, ansiedad, apertura, esperanza, moderado optimismo (por barrios). Seguimos sin saber que nos viene y cuando, pero sabemos que quedan efectos todavía por venir. Pero si partimos de la hipótesis de que, tras el hundimiento vertiginoso, iremos recuperando la normalidad con cierta celeridad, tenemos que ir tapando el gran agujero que se ha producido en nuestras economías. Necesitamos un crédito puente para salvar esta situación. Incluso, aunque se produjera algún rebrote relevante, este no debería tener los mismos efectos que el primero, nos tiene que encontrar más preparados, y tendremos que aplicar medidas mucho más selectivas y focalizadas que las que hemos llevado a cabo hasta ahora, que han sido más gruesas principalmente por lo inédito de la situación y el poco conocimiento que teníamos sobre este virus. Tendremos que pintar con pincel y no con rodillo.

Europa está reaccionando con más rapidez. Por lo menos inicialmente. Ha habido aprendizaje de la anterior crisis. Ahora la causa ha sido un desastre natural, esta vez no ha sido endémica del sistema, a pesar de que ha dejado también al descubierto muchas de sus imperfecciones. El mensaje para recuperar la confianza es que habrá dinero para la reconstrucción. Y ya solo el mensaje es muy importante, todo está basado en la confianza. Habrá condiciones, los frugales las exigirán. Y debería haberlas. Eso sí, condiciones, no sogas en el cuello. La más estricta frugalidad o austeridad en tiempos de supervivencia no suele arreglar gran cosa. Keynes ya lo descubrió hace casi un siglo.

Y cómo equilibrar la necesidad de cubrir el gasto extraordinario que ha generado la situación e impulsar la economía para cubrir este agujero con la necesidad de financiarlo. No es nada sencillo y requerirá tiempo. Pero en mi opinión, hay una serie de principios que habría que tener en cuenta.

En primer lugar, el reto ahora, y en cierto modo siempre pero hoy manifestado con mayor crudeza, no es tanto dejar de gastar ni de invertir, sino elegir bien el gasto que aporta y cortar el que no aporta. Las empresas lo estamos haciendo. Y, a nivel público, esto requiere, de una vez por todas, elegir muy bien qué gasto es necesario y eficiente, y cuál es superfluo e innecesario. Hay que acometer esta tarea como sea. Si no se hace, llegará un momento en que el gasto será insostenible. Y entonces las medidas serán drásticas y no selectivas. Urge llevar a cabo esa revisión, hay que empezar a hacerlo.

En segundo lugar, no subir los impuestos. Podemos tener la tentación de pensar que el Boletín Oficial cambia la realidad. Subimos los tipos, aumenta la recaudación. La experiencia nos demuestra que no es necesariamente así, y menos en tiempos de crisis. El viento económico hace mover los molinos de la recaudación. Si no hay viento… podemos intentar soplar, pero no es suficiente. Y no es el momento de retirar más rentas de los agentes económicos, de las familias y empresas.

Lo que si podemos hacer en materia fiscal, y especialmente en Navarra gracias a nuestras competencias, es aplicar medidas bien enfocadas y dirigidas. En primer lugar, generar liquidez para parar la primera embestida. Una buena política de aplazamientos, especialmente para las PYMES. Y es de agradecer porque se ha empezado a hacer. Y debería continuar a lo largo de este año.

Además, de forma más estructural, incentivar comportamientos para que las empresas puedan resurgir y generar valor. Incentivos dirigidos a la inversión, al empleo, a la energía verde, a la transformación digital, al ahorro focalizado en la innovación, en el crecimiento productivo. Generar valor es generar empleo. No olvidemos que las empresas son también los trabajadores, y que las medidas que se enfocan a ellas revierten en todos, incluida Hacienda.

Elegir bien el gasto, aplicar liquidez vía aplazamientos y no subir los impuestos. ¿Cómo cuadramos esto? En esta crisis, especialmente, hay que recurrir al endeudamiento. Las empresas privadas están pidiendo ICOs, la administración tiene que endeudarse para detener la sangría y estimular la generación de actividad. Y habrá que planificar también devolver el crédito cuando volvamos a la generación de recursos, ese debería ser el compromiso para acceder a él, tener un plan de verdad para posteriormente ir amortizándolo, y no pensar en que los recursos son ilimitados. Si no es así, no dejaremos un buen legado.

Hoy es momento de endeudarse. Pero de endeudarse bien, para los gastos que verdaderamente hagan falta. De elegirlos previamente. Y de aplicar ese dinero de manera muy eficiente. Esto es clave. Y permitirá que salud y economía no sean una disyuntiva.

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