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La importancia de la empresa familiar en el desarrollo de la economía mundial es indiscutible. Los datos registrados estiman que la ratio de empresas familiares en el mundo es del 80%.

En España, según un estudio realizado en el año 2015 por el Instituto de Empresa Familiar, el porcentaje de empresas familiares es del 89% sobre el total de las empresas, lo que representa el 57% del PIB total del país, y que, además, supone el 67% del empleo privado.

En Navarra, otro estudio realizado también por el Instituto de Empresa Familiar, a través de la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar Navarra (ADEFAN), señala que el porcentaje de empresas familiares sobre el total de la Comunidad Foral es del 67%, con un PIB que representa el 50%, y una generación de empleo del 64% sobre el total del sector privado.

Pero, ¿Qué es exactamente una empresa familiar? A este respecto, ni existe una definición legal a nivel internacional de este concepto, ni la doctrina académica ha llegado a un consenso sobre su definición. Una de las definiciones que mayor aceptación tiene, es la del Dictamen del Comité Económico y Social Europeo de 17 de septiembre de 2015, en el que se señalan los siguientes aspectos:

  1. La mayoría de los derechos de voto está en posesión de la persona o personas físicas que crearon la empresa, o que haya(n) adquirido su capital social, o en posesión de sus cónyuges, padres, hijos o herederos directos de estos,
  2. La mayoría de los derechos de voto puede ser directa o indirecta,
  3. Al menos un miembro de la familia o la parentela se dedica a la dirección o administración de la empresa,
  4. Las empresas cotizadas se ajustarán a la definición de «empresa familiar» si la persona que creó o adquirió la empresa (capital social) o sus familiares o sus descendientes poseen más del 25 % de los derechos de voto en razón de su participación en el capital social.

No obstante, además de estas características, uno de los aspectos clave que con más asiduidad se incorporan a las diferentes propuestas de definición de empresa familiar es la vocación de continuidad, la intención de transferir la empresa a generaciones venideras que se plasma en la incorporación de miembros de sucesivas generaciones a ésta.

Es precisamente este elemento, el de la continuidad de la empresa familiar, el que supone los mayores quebraderos de cabeza para las familias empresarias. No es de extrañar cuando los datos nos demuestran que tan solo el 33% de las empresas familiares pasan a la 2ª generación, mientras que ese porcentaje se reduce al 16% y 8%, respectivamente, en la 3ª y 4ª generación.

Si, como hemos comentado al principio, la empresa familiar es el motor económico de aquellos territorios donde reside, debemos de cuidarla y prestar la atención suficiente para preservar su continuidad.

Para afrontar la transmisión generacional en la empresa familiar, y, en consecuencia, para facilitar la continuidad de la empresa a lo largo de las sucesivas generaciones, es necesario desarrollar un plan estratégico consensuado entre todos los miembros de la familia donde se regulen las diversas cuestiones relativas a la empresa en su relación con la familia, y viceversa. A este respecto, la elaboración de un Protocolo Familiar por parte de las familias empresarias se viene erigiendo como la herramienta más adecuada para ello.

 

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